Y akí estoy yo... mi corazón,y mis recuerdos.
A veces la vida, sin saber muy bien por qué, de repente empieza a cerrarte puertas. Y las cosas se van quedando abandonadas en el camino, olvidadas, sin darles la importancia necesaria...
Pasa alguien por tu vida, y sea de la manera que sea, siempre deja sembrada esa pekeña semilla en tu corazón. Bien puede ser una semilla de dulzura, de amor, de cariño, amistad, pasión, atracción, o también puede ser de odio,ira,coraje,indignación,insatisfacción... Pero siempre,QUEDA EN EL CORAZÓN.
Es como esa niña que perdió su abuelo, persona con la que convivió sus primeros siete años, y apenas dio importancia a su existencia más que la del hecho de que era su abuelo. Él viajaba,iba y venía de su añorado pueblo, y la niña convivía minuto a minuto con su inseparable y cariñosa abuela. A veces se gruñían, y la niña se entristecía, pero jamás pensó en ese día en el que su abuelito desaparecería durante todo una noche de truenos,lluvia y relámpagos en un profundo bosque, y mucho menos pensó en que meses después, su abuelito la abandonaría. Entonces, y con más edad, fue cuando aquella niña se dio cuenta de la importancia de las personas, sean quienes sean,en la vida de uno.
También esa misma niña que creció, y ya en el insituto hizo muy buenas migas con una compañerita suya. Se hicieron grandes amigas, inseparables, y un buen día,tras dos años de una amistad preciosa, la magia se rompió. Y a base de posteriores detalles, la niña recordó lo importante que son las personas en la vida, pero además aprendió que también una persona a la que casi terminas odiando,también te marcó el corazón.
Y llega la primera relación seria con un chico,y la niña rebosa felicidad,entusiasmo,cree que nada puede ir mejor,que todo es eterno,hasta que la niña,poco a poco,va dejando de ser tan niña, madura tanto física,como psicológicamente,y se va dando cuenta de algo más: las cosas ni son para siempre, ni son perfectas. El primer desengaño amoroso, una pérdida que crees irreparable, pero q tarde o temprano aparecerá un médico que te cure de nuevo con amor y cariño, más y mejor (o eso se piensa siempre).
La cuestión es que son claros ejemplos de odio, de amor,de que la gente es única, de que en el fondo somos humanos y nuestro corazón sufre. Sufre el corazón de fulanito que es un borde, de menganita que es una seria, y también el de pepito que es un "frío de mierda". A todos nos duele.
Caminaba pues la niña por la orilla de una playa, con el sol en puesta, y la marea en alza...
Cada ola le traía un recuerdo, y cada recuerdo, una lágrima. Y es que los recuerdos son como piedras en la arena: puede pasar la niña por encima de ellas,y esquivarlas sin darlas importancia, o se le pueden entrometer en su paseo, pisarlas,y hacerla daño....
Pero hablemos entonces de la puesta de sol, porque cada puesta de sol que esta adolescente observa con admiración, trae en la nube de un recuerdo el cargamento de un sentimiento intenso, dulce,bello... Y cada sentimiento que le regala Lorenzo,arrebata a la niña un escalofrío, una sonrisa, y una agradecida mirada al firmamento.
Las cosas vienen y van, unas se quedan grabadas mejor,y otras peor. Unas gustan más, y otras menos, pero la huella queda.
Palabras sin sentido, o con sentido alguno, pero solo para la niña llamada "solete"
(Abuelo, te echo de menos...)
Pasa alguien por tu vida, y sea de la manera que sea, siempre deja sembrada esa pekeña semilla en tu corazón. Bien puede ser una semilla de dulzura, de amor, de cariño, amistad, pasión, atracción, o también puede ser de odio,ira,coraje,indignación,insatisfacción... Pero siempre,QUEDA EN EL CORAZÓN.
Es como esa niña que perdió su abuelo, persona con la que convivió sus primeros siete años, y apenas dio importancia a su existencia más que la del hecho de que era su abuelo. Él viajaba,iba y venía de su añorado pueblo, y la niña convivía minuto a minuto con su inseparable y cariñosa abuela. A veces se gruñían, y la niña se entristecía, pero jamás pensó en ese día en el que su abuelito desaparecería durante todo una noche de truenos,lluvia y relámpagos en un profundo bosque, y mucho menos pensó en que meses después, su abuelito la abandonaría. Entonces, y con más edad, fue cuando aquella niña se dio cuenta de la importancia de las personas, sean quienes sean,en la vida de uno.
También esa misma niña que creció, y ya en el insituto hizo muy buenas migas con una compañerita suya. Se hicieron grandes amigas, inseparables, y un buen día,tras dos años de una amistad preciosa, la magia se rompió. Y a base de posteriores detalles, la niña recordó lo importante que son las personas en la vida, pero además aprendió que también una persona a la que casi terminas odiando,también te marcó el corazón.
Y llega la primera relación seria con un chico,y la niña rebosa felicidad,entusiasmo,cree que nada puede ir mejor,que todo es eterno,hasta que la niña,poco a poco,va dejando de ser tan niña, madura tanto física,como psicológicamente,y se va dando cuenta de algo más: las cosas ni son para siempre, ni son perfectas. El primer desengaño amoroso, una pérdida que crees irreparable, pero q tarde o temprano aparecerá un médico que te cure de nuevo con amor y cariño, más y mejor (o eso se piensa siempre).
La cuestión es que son claros ejemplos de odio, de amor,de que la gente es única, de que en el fondo somos humanos y nuestro corazón sufre. Sufre el corazón de fulanito que es un borde, de menganita que es una seria, y también el de pepito que es un "frío de mierda". A todos nos duele.
Caminaba pues la niña por la orilla de una playa, con el sol en puesta, y la marea en alza...
Cada ola le traía un recuerdo, y cada recuerdo, una lágrima. Y es que los recuerdos son como piedras en la arena: puede pasar la niña por encima de ellas,y esquivarlas sin darlas importancia, o se le pueden entrometer en su paseo, pisarlas,y hacerla daño....
Pero hablemos entonces de la puesta de sol, porque cada puesta de sol que esta adolescente observa con admiración, trae en la nube de un recuerdo el cargamento de un sentimiento intenso, dulce,bello... Y cada sentimiento que le regala Lorenzo,arrebata a la niña un escalofrío, una sonrisa, y una agradecida mirada al firmamento.
Las cosas vienen y van, unas se quedan grabadas mejor,y otras peor. Unas gustan más, y otras menos, pero la huella queda.
Palabras sin sentido, o con sentido alguno, pero solo para la niña llamada "solete"
(Abuelo, te echo de menos...)
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